Mi musa, en mi primavera, fueron tus ojos coquetos, tus labios sonrientes y tu joven hermosura trigueña los que me cautivaron. Después, la profundidad de tu bella mirada, tu fino sentido del humor, la serenidad de tú cálida voz, la claridad de tu brillante pensamiento y lo romántico de tu ardiente corazón, fueron los que me conquistaron. Finalmente, fueron el exquisito sabor de tus embriagantes besos, el escalofriante toque de tus convincentes manos y la pasión contagiosa de tu exuberante cuerpo los que me sedujeron…cada vez, para siempre.
Ahora, son tus palabras las que me cautivan, me conquistan y me seducen inmisericorde e implacablemente, combinadas con tu ausencia me hacen soñar con tu olor fragante, con tus manos en mi nuca, con tus risas juguetonas, con tus ojos seductores, con tus labios apasionados, con la efervescencia de tus gemidos, y la creciente presión de tu rítmico vaivén.
Eres mi musa de cuerpo ausente que con tus candentes palabras me haces y me deshaces a voluntad. Acariciada por mi deseo invisible vives gloriosa en mis sueños y te adueñas de mi imaginación. Vivo dormido y sueño despierto, ya ven, te suplico, a decirme tus palabras al oído.
Mi musa, mi amada, me traes loco y has convertido mi otoño en primavera.
Pintura por Tamara Geddes
"Musa" la escribí para un grupo de "pen-pals" a mediados del 2011. En aquella ocasion, cada uno de nosotros escribió acerca de sus fuentes de inspiración en general y de sus musas (o musos) en particular.